24 mar 2013

Amores de verano


Amores de verano. De esos que vienen y van. Esos que quitan el sueño y aceleran la respiración, hacen latir el corazón y dejan un gustito a inocencia. Ese niño que robaba tu mirada a los diez, cuando un insulto cariñoso significaba más que un beso. Al que esperabas a tu lado al escuchar una canción lenta, y bailar junto a él era suficiente. Ese amor del que no esperas nada porque no sabrías ni qué esperar, porque no sabías qué era amor, porque no sabías qué era dolor. Todo sonrisas, todo peleas, todo inocencia, todo te amo.
Y eso era amor, esos amores de verano, y la siguiente semana me gusta otro chico, y ¿quién te gusta? Me gustas tú. Y no te hablo hasta el siguiente domingo. Y la máxima expresión de este amor ciego y loco era eso, un me gustas, ¿quieres estar conmigo?, quisiera pero mi hermana dice que soy muy chica.
Amores de verano, no hace falta tener diez, se puede tener veinte y conversamos y parece que te conozco hace mucho. Y fuimos novios en vidas pasadas, y te regalo una sonrisa si me das tu corazón. Y te pienso a cada instante, y todo pierde sentido si no estás. Y de nuevo ni siquiera un beso, es todo miradas, risas, amor de verano.
Y luego piensas que se acabaron, que es cosa de niños, ya estás muy grande para soñar.  Que el príncipe no viene, que mi corazón se hizo de piedra, que a estas alturas se piensa dos veces, se duda y asusta y no te miro más. Y viene tan tierno con su alma de diez, su mirada inconstante y esa sonrisa, ay, esa sonrisa. Esa sonrisa que no conoce aún un no. Y te pierdes, y vuelves a soñar, y tu mirada lo sigue a pesar de la razón, e invade tu mundo como una ola traviesa y persistente a la cual no tiene sentido intentar detener; te rindes, ya no luchas, y lo disfrutas y lo vives y respiras y lates y todo adquiere sentido. Y despiertas y ya se acabó. Porque son amores de verano. Esos que no pasan de un me gustas. Esos que nos vuelven a 1996 y mañana me olvidé de pensarte. Ese amor que no regresa, ese amor que viene de paso, ese amor sin importancia que cabalga a través de tu historia tan sutil que ni lo sientes, tan discreto que nada cambia, pero deja un huella impregnada en tu mundo, que te saca una sonrisa 15 años después.

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