24 dic 2011

5 minutos en la mente de Alondra

Dos copas de cristal sobre la mesa redonda del comedor. Alondra se asoma por la puerta entreabierta de su habitación. Sabe que debería estar dormida ya, sólo los adultos han ganado con los años el derecho a estar despiertos a horas tan altas como las once de la noche. Escucha murmullos que provienen de la cocina, deben ser papá y mamá.

Papá es un hombre fuerte e influyente, al mando tanto de su empresa como de su hogar. Sus amplios pantalones y barba entrecana exhalan un aire de arrogancia y temperamentalidad de nueve a cinco, mientras en casa evocan el sostén y la confianza de Papá Noel.

Hace mucho calor. La ciudad de Londres es blanca hoy, pues está nevando hace tres días; pero en casa hace mucho calor, y Alondra no puede dormir.
-Vuelve a la cama, si te duermes pronto, amanecerá más temprano-.

Cinco minutos, o una vida, después Alondra mira la enorme pared blanca en la cual se ha quedado fijada hace demasiado tiempo. Respira de manera rápida y entrecortada. El impacto inicial ha pasado, y ahora sólo queda la embriaguez que sigue a un estado tal de angustia y desorganización. Por fin entiende lo que ha venido ocurriendo hace tanto tiempo, ahora entiende cosas que el entorno la obligó a desplazar hacia el agujero negro que resultó ser su inconsciente. Su mente empieza a despejarse como el cielo abandonado por las nubes después de una noche de tormenta. Ha vuelto en sí.

-Tal vez siga estando loca- piensa.
-Tal vez los locos sean ellos- refuta.
En tanto, observa cómo se acerca lentamente la enfermera de turno con su medicación diaria. Las luces vuelven a apagarse para Alondra… pero esta vez no habrá retorno. Esta vez no hay marcha atrás.

Feliz Navidad.

15 nov 2011

Norte - Doncellas del mar

Vivir en Lima es como vivir bajo el agua: cada cierto tiempo hace falta salir a respirar, oxigenarse un poco, para no ahogarse. Como no salía de esta ciudad gris hace 6 meses, la respuesta ante la propuesta fue casi inmediata: nos vamos pal norte! Sol, playa, arena y mar. Huanchaco con sus Caballitos de Totora, un ceviche frente al mar y un inesperado acompáñame a Ecuador. Una vez más, nos vamos pal norte.

Guayaquil resultó más lindo de lo que imaginaba, aunque nunca entenderé la comida. Lasagna con arroz, sopa con palta, "ceviche" con tomate y arroz con lentejas en el menú de KFC bastó para descartar la posibilidad de aventuras culinarias. Pero qué rico es ser extranjero, no tener idea de cómo volver al hotel, demorarse demasiado intentando descifrar el valor de tanta moneda desconocida, preguntar el significado de cada palabra que a pesar de pertenecer al mismo idioma no tiene nada en común con el castellano que conozco. Es como cruzar un umbral en el que la canchita se convierte en canguil, el arroz chaufa en chaulafán, el chicharrón en fritadaese weón es ahora ese man. Ay, la magia de viajar!

Sentadas en un bar de Las Playas (Gral. Villamil, Ecuador) apareció una mujer negra, con el pelo oscuro y despeinado amarrado en un moño revoltoso. Su aspecto hippie, el manojo de hierbas que sostenía entre las manos y ese olor a pachuli distraía la mirada de sus amplios ojos y hermosos rasgos. Se acercó a cada mesa pidiendo limosna, con excepción de la nuestra. Algunos la ignoraban, otros le daban alguna moneda. Yo la miraba, curiosa, preguntándome quién sería esta negra tan guapa, cómo será su vida, dónde vivirá, qué o quién la llevó a resultar tan descuidada y acabada, limosneando entre borrachos. Se aproximó finalmente a nosotros, no a pedir limosna sino a conversar. Entablamos una conversación un tanto extraña:
-Qué linda eres, qué lindas son. ¿De dónde vienen? 
-De Perú. ¿Y tú, guapa? ¿De dónde vienes?
-Yo vengo de donde no hay fronteras, yo vengo del mar.
-¡Del mar! Qué lindo.
-¿Tú sabes quién soy yo?
-Por supuesto que lo sé, ¡tú eres la reina del mar!
Ante mi sorpresa, los ojos de esta loca linda se expandieron emocionados y exclamó:
-¡Por fin! ¡Por fin han venido por mi! ¡Ustedes son las doncellas del mar! Yo sabía que vendrían. Han llegado por fin, y luego vendrá todo su ejército. Tengo que ir a cambiarme, a ponerme toda high, como ustedes, tan lindas, y andaremos juntas, me esperan, por favor, me demoraré una hora, ¿me esperan?
Entre confundida, apenada y conmovida, respondí:
-Claro que te esperaremos, acá estaremos.
-Déjenme comprarles una cerveza.
-No te preocupes, no es necesario.
-¡Mozo, una cerveza!
Alzó el brazo y le entregó una moneda al mesero, quien me guiñó el ojo y me indicó que debía aceptarla.
-Muchas gracias, será un honor esperar a la reina del mar.
Nunca volvió. Me contaron que suele andar por el bar pidiendo dinero. Viene y va hasta las 4 de la mañana, recaudando algunas monedas; la llaman La Pantera. Las drogas le nublaron la mente, esta negra guapa perdió la razón hace mucho. Aún así, me dejó entrar en su fantasía y me nombró doncella del mar; pudimos en 5 minutos crear un mundo mejor, un mundo paralelo, en el que todo un ejército guarda nuestras espaldas. En el mundo real, una limosnera drogadicta me compró una cerveza; en nuestro mundo, fui invitada por la reina del mar. No la culpo por preferir este último.

Después de un largo día de playa y un asombroso bronceado consecuente, el agua de coco fue lo mejor de la zona junto al chocowaffer de los dioses llamado Hanuta. Unos amables y guapos manes de Guayaquil nos pasearon por la playa en busca de departamentos y después de una langosta con ostras gratinadas y conchas asadas estábamos listas para volver a casa. Mochila en brazo, emprendimos el camino rumbo a Chiclayo. Un ceviche y a Trujillo. Un abrazo y a casa.


Hoy, ya en Lima, sonrío recordando lo que les cuento de mi aventura, sonrío recordando lo que no les cuento también. Eso es lo lindo de las memorias, que son nuestras y de nadie más. Vivir en Lima es como vivir bajo el agua.

8 nov 2011

Me-ee-ee

Walking down the pathway to surrender, once again, heading to some place that feels like home. Too many times I´ve felt I can´t achieve things. But it´s alright, it´s fine by me, I never finish what I begin.
Mamma said I should be nice and not swear, be a good girl, do all I can to live up to her dream. So many times I´ve felt I dissapoint her, and him, and everyone. But it´s alright, it´s fine by me, it´s just someone I´ll never be.
It took seven years of my life to be a graduate student, now I´d  rather do anything but that, you go shrink it up. I have no long-term goals but smile and someday die happy, that´s me, I´m kinda crazy, but I love me.
So don´t be surprised if you see me cry and five minutes later I´m ready to fly... I have like a million fears, kept them with me for all these years. I never share them, it´s not my style. I wanna kiss you when you make me smile. This is the truth I guess, my life´s a total mess. But it´s alright, it´s fine by me.
I don´t believe in black and white. My world is pink and yellow bright... Sometimes I feel alone but I´ll shut you out if you´re in my zone. People say I like to flirt and I don´t mind if you get hurt. It´s alright, it´s fine by me, I´d never hurt you intentionally.
Walking down the pathway to surrender, once again, heading to some place that feels like home. I have no long-term goals but smile and someday die happy, that´s me, I´m kinda crazy, but I love me. Yes I do, and you love me too.

29 oct 2011

Peperecas

Un miércoles muy largo, después de horas intentando hacer de mi cuarto un lugar decente, recuerdo -fachosa, cochina y con ganas de dormir- que debería ir a saludar a una amiga por su cumple. Me ducho y alisto lo más rápido posible, y camino las 3 cuadras para llegar a su depa, segura de que iré solo un rato, que cuando partan hacia Bizarro yo volveré a casa. Después de reirme un poco, comer muy rico y disfrutar una necesaria Coca-Cola, llega el momento de partir. Pero como era de esperarse tomando en cuenta mi suerte, la gente empieza a irse a casa y el grupo "parrandero" se limita a dos amigas, el novio de una de ellas, y yo (la única que vive cerca y estaría dispuesta a acompañarla de regreso a casa). Sumado a esto, ya es muy tarde para entrar a Bizarro por lista, así que la dueña del santo decide que iremos a Spa. Que empiece la aventura...

En el taxi de ida me confiesan que los miércoles, dicha discoteca de Camino Real se convierte en un lugar poblado de busconas, pecadoras, paplemusas, casquivanas. "Genial", por suerte no fui con un vestidito insinuante que pudiera confundirme entre aquellas; sino con uno conservador, leggins mata-pasiones y mis populares botas chatas. Al llegar, entramos rápidamente y nos dirigimos al baño de mujeres. Yo no tenía ganas de hacer pis, así que me paré a un costado a observar la escena. Entra un mujerón vistiento un polo dos tallas más chicas del que debería estar usando, unas tetasas desorbitantes, cara de hombre y cuerpo de vedette. Mis ojos se expanden con sorpresa, pensé que era broma lo del taxi. Segundos después ingresa una más delgada, con cara de mujer y cuerpo de revista; pero era posible adivinar que eran compañeras de batalla. Ahí me encontraba yo, parada toda flaca entre peperecas, repitiendo en mi cabeza: "es cumpleaños de tu amiga". Gracias chicas, por darme un nuevo post para mi blog.

Aquí no acaba la historia. Nos instalamos cerca a la pista de baile y mis amigas miran alrededor con caras serias y ojos de desconfianza. En serio? Me traen acá y ahora pretenden que me quede parada y aburrida, creyéndome mejor que el resto? Ah, no. Dejo de lado mis prejuicios y me pongo a bailar. A bailar y bailar, porque cuando no sé qué hacer, solo sé bailar. Después de mirarme con cara de "y esta qué se ha metido?", y revisar que mi vaso solo contiene agua con hielo, empiezan a moverse también. Bailan y bailan, pronto olvidándose de si el chico que nos mira es feo u horrible, si la que baila a nuestro lado es huachafa o pepereca, si estamos en Spa, Bizarro, una pollada o una ceremonia de iniciación Wicca. A la hora de bailar solo se baila, no importa más y todos somos iguales.


13 oct 2011

Es cuestión de actitud

Hoy estaba sentada en un parque cerca a mi casa, disfrutando un poco de la vista y del sol. Un niño, una niña, una bici de rueditas, un scooter. Un Golden moviendo la cola, feliz. El jardín verde, brillante, como invitándonos a disfrutar de un cálido picnic primaveral. Florcitas rosadas, rojas y amarillas. Por esto vale la pena esperar a la primavera, por sentir este frío-calor del viento y del sol. Una tarde linda con mi Coca-Cola.

A lo lejos, caminando hacia mi, veo a un chico. Tendría 15, 16 años a lo mucho. Un adolescente. Camina hacia mi con sus jeans chorreados y su polo holgado. Serio, moreno, con la mirada fija y el ceño fruncido; como entrando a batalla. Me llama la atención su modo de caminar entre agresivo y decidido. Mientras se aproxima, dejo lo que estoy haciendo y levanto la mirada. Él, sin detenerse, se inclina hacia la altura de mi oído y me dice: "¡Guapa!" Sigue su camino, como si nada hubiera pasado. Yo me río suavemente. Pienso que este mocoso tiene más cojones que cualquiera de mi edad.


12 oct 2011

Miguelito


Un patán, un troglodita con las amistades equivocadas y solo dos neuronas más que un caracol. Tal vez por eso también era lindo, tierno, cariñoso. Cuando recién lo conoces da una impresión de indiferencia ante el mundo, de libertad e inasibilidad tanto temible como atractiva. Sientes que se abre un nuevo umbral desconocido, en el que la simplicidad parece burlarse de la común complejidad del día a día. Así, aún niño, aún centrado en sí mismo, llamó mi atención. No sé si por curiosidad o masoquismo, la historia comenzó. Al conocerlo un poco más, descubrí cosas que pensé no existían. Duramos muy poco, tal vez solo unos segundos, pero no hace falta toda una vida para conocer. Como sí hace falta a veces para olvidar.
Que no se me malentienda, no estoy enamorada de él. Nunca lo estuve, ni considero la posibilidad de volver a su lado; ya cumplimos nuestro tiempo juntos. Lo que me inspira a mencionarlo el día de hoy, casi 6 años después, es lo que representa. Esa forma de ser tan niño y vulnerable, pero a la vez tan fuerte y autosuficiente. El brillo en su mirada al sonreír, su caminar pausado y desafiante, su manera segura y casi casual de envolverme en sus brazos como un ave de rapiña haciéndome sentir tan pequeña y tan protegida a la vez.  Su transparencia al cantarle al mundo lo que va sintiendo. Porque Miguelito no habla, Miguelito canta, aunque nadie lo escuche.
Por eso el día de hoy lo quiero, por eso el día de hoy es mi amigo. Y por eso espero que algún día descubra en sí mismo eso que yo veo en él. Tiene algo que pocos poseen, aunque no creo que esté consciente de ello aún. Esa cualidad hace que pueda lograr todo lo que se proponga. Contrario a lo que yo solía decir, es un ganador. Me gusta creer que algún día lo veré feliz y en equilibrio, ya maduro y exitoso; con una sonrisa, junto a una gran chica, y su moto.

7 oct 2011

Un bandido más

Es jueves y tengo ganas de salir, como todos los jueves. Los jueves son los nuevos viernes para gente como yo, demasiado impaciente como para esperar al día siguiente. El jueves pasado salí también, pero con un motivo más sensato que la impaciencia: era cumpleaños de una amiga. Sin embargo, por cansancio o por inercia, la reunión acabó temprano. Hora de dar rienda suelta a mi imaginación, hora de empezar la noche. Como no hay lugar para demasiada imaginación en esta ciudad de monotonía y mismas caras, me dirijo hacia Larcomar: templo de vestidos cortos y alcohol ridículamente caro. ¿Será que el trago tiene un ingrediente secreto que ayuda a que tanto feo esté rodeado de chicas linda? Probablemente eso sea producto de su gorda billetera, en realidad. ¿Será que el ingrediente ayuda a que esas chicas lindas puedan bailar en diminutas faldas y abusivos tacones cual espectáculo circense? Tal vez, porque yo no puedo.
Yo aparezco más linda que de costumbre como para no pasar desapercibida, pero con mis botas chatas para poder bailar hasta sudar la gota gorda sin encontrarme con 4 nuevos callos al día siguiente. Y al que no le guste, que no me mire. Hago mi entrada triunfal; para lo cual ayuda el aire que entra de la terraza, ondeando mi pelo hacia un lado; pero no reconozco a nadie. Mis amigas están aún afuera, esperando al amigo del amigo que las hará entrar. Yo soy socia -por ironías del destino- y como no me gusta esperar, entro sola y campante como quien vuelve a casa, buscando alguna cara conocida. No encuentro a nadie. Me detengo un momento cerca de la barra, observando cada movimiento, percibiendo cada emoción, respirando la energía blanda que emerge del ambiente. Pero soy un ser social, necesito interactuar, sino me quedaría en casa bailando sola al ritmo del General. Me acerco a un box. Box. Caja. 2 sillones y una mesita, un Whisky etiqueta negra en el centro y varias latas de Red Bull. Caja. ¿Caja porque nadie entra? ¿Caja porque nadie sale? ¿Caja porque transporta algo? ¿Por qué se llama Box? Cosas que nunca entenderé. Me acerco a dicho Box.
-¿Les molesta si me uno?- pregunto.
-¡No, claro que no!
-Mis amigas están afuera, las estoy esperando.
-¿Quieres un trago?
-Mi nombre es Susie. Bueno.
Creo que soy inmune al ingrediente secreto, porque aún con botas chatas me canso a la tercera canción.

Aquel jueves terminó a las 5 de la mañana, después de mucho bailar, conversar y pasarla bien. Alguien ofreció llevarme a casa, pero considerando que ya tendrían demasiado ingrediente secreto en las venas, el cual muy poco probablemente los ayudaría a manejar mejor, preferí irme en taxi. Hubiera preferido irme en helicóptero con un piloto miope que irme con quien ofreció llevarme, así que la opción del taxi no me sonaba tal mal en el momento. Llegué sana y salva. Hoy, jueves nuevamente, tengo ganas de salir.

Después de buscar compañía entre mis contactos del Facebook y telefónicos, descartando posibles ilusos ilusionados que puedan pensar que busco más que simple compañía, decido subirme a un taxi y dirigirme hacia Miraflores. Camino un poco, observo otro tanto, e ingreso a una discoteca gay. Qué mejor lugar para encontrar personas interesantes que una discoteca gay. Después de recorrer el lugar y conversar un poco con un chico lindo, sumamente extrovertido y totalmente homosexual; me siento en el área del lounge, sola, a tomar mi cerveza. Observo. Una chica muy guapa, de ojos grandes pintados con rímel negro haciendo que luzcan aún más grandes, se encuentra hacia la izquierda. Su pelo es largo, negro, lo acaricia de rato en rato. Se encuentra inmersa en su BlackBerry. A un metro de distancia un chico, casi un niño. Parece tímido, está solo también, tomando su cerveza, pero emite un aire de inseguridad. Tiene el pelo anaranjado, un tanto alborotado, y unos lentes grandes indie que quisiera tener. Se encuentra inmerso en su celular. Pienso: tan cerca y tan lejos. Están a un metro de distancia pero probablemente ni siquiera se han mirado desde que llegaron al lugar. Me pongo de pie, me acerco entre traviesa e intrépida, y me siento entre ambos personajes.
-Tanta gente con quien conversar, y ¡cada uno metido en su celular!
Risas. Nos hicimos amigos.

A cierta hora, me pareció que era momento de pasar a la siguiente etapa de mi aventura. Me despedí de mis nuevos amigos y busqué un nuevo taxi que pueda llevarme a Larcomar por un precio razonable. Esta vez, las puertas de la terraza de Aura estaban cerradas, por lo cual mi entrada no fue tan triunfal como en las películas. Inmediatamente, me encuentro con un amigo, quien me presenta a un par de amigos más. Me voy a dar una vuelta, recorro el territorio como quien entra en confianza, y me encuentro con mi nuevo amigo del jueves anterior. Se encuentra en el mismo Box, con la misma gente, usando la misma casaca, probablemente hablando de los mismos temas y riéndose de los mismos chistes. Me mira sorprendido, pues me había dicho que esa noche no saldría a bailar. Lo saludo con una gran sonrisa y sigo mi camino. Él es un bandido más de la noche, yo solo la paso bien. Vuelvo al grupo de mi amigo, contenta de ser quien soy, de buscar lo que busco, esperando al día siguiente para darle un beso a mi novio y agradecerle al mundo el haberlo encontrado. Noche de bailar, noche de reír. Y vuelvo a casa.