29 oct 2011

Peperecas

Un miércoles muy largo, después de horas intentando hacer de mi cuarto un lugar decente, recuerdo -fachosa, cochina y con ganas de dormir- que debería ir a saludar a una amiga por su cumple. Me ducho y alisto lo más rápido posible, y camino las 3 cuadras para llegar a su depa, segura de que iré solo un rato, que cuando partan hacia Bizarro yo volveré a casa. Después de reirme un poco, comer muy rico y disfrutar una necesaria Coca-Cola, llega el momento de partir. Pero como era de esperarse tomando en cuenta mi suerte, la gente empieza a irse a casa y el grupo "parrandero" se limita a dos amigas, el novio de una de ellas, y yo (la única que vive cerca y estaría dispuesta a acompañarla de regreso a casa). Sumado a esto, ya es muy tarde para entrar a Bizarro por lista, así que la dueña del santo decide que iremos a Spa. Que empiece la aventura...

En el taxi de ida me confiesan que los miércoles, dicha discoteca de Camino Real se convierte en un lugar poblado de busconas, pecadoras, paplemusas, casquivanas. "Genial", por suerte no fui con un vestidito insinuante que pudiera confundirme entre aquellas; sino con uno conservador, leggins mata-pasiones y mis populares botas chatas. Al llegar, entramos rápidamente y nos dirigimos al baño de mujeres. Yo no tenía ganas de hacer pis, así que me paré a un costado a observar la escena. Entra un mujerón vistiento un polo dos tallas más chicas del que debería estar usando, unas tetasas desorbitantes, cara de hombre y cuerpo de vedette. Mis ojos se expanden con sorpresa, pensé que era broma lo del taxi. Segundos después ingresa una más delgada, con cara de mujer y cuerpo de revista; pero era posible adivinar que eran compañeras de batalla. Ahí me encontraba yo, parada toda flaca entre peperecas, repitiendo en mi cabeza: "es cumpleaños de tu amiga". Gracias chicas, por darme un nuevo post para mi blog.

Aquí no acaba la historia. Nos instalamos cerca a la pista de baile y mis amigas miran alrededor con caras serias y ojos de desconfianza. En serio? Me traen acá y ahora pretenden que me quede parada y aburrida, creyéndome mejor que el resto? Ah, no. Dejo de lado mis prejuicios y me pongo a bailar. A bailar y bailar, porque cuando no sé qué hacer, solo sé bailar. Después de mirarme con cara de "y esta qué se ha metido?", y revisar que mi vaso solo contiene agua con hielo, empiezan a moverse también. Bailan y bailan, pronto olvidándose de si el chico que nos mira es feo u horrible, si la que baila a nuestro lado es huachafa o pepereca, si estamos en Spa, Bizarro, una pollada o una ceremonia de iniciación Wicca. A la hora de bailar solo se baila, no importa más y todos somos iguales.


No hay comentarios:

Publicar un comentario