16 mar 2021

Una carta para ti

Me pregunto, realmente nos entiende? Tiene sentido para él lo que decimos? Me refiero a lo que le escribí largo y tendido que no está listo para contestar. Tal vez no entiende por qué un comentario genera tantas emociones o por qué un cigarro genera tanta preocupación. O sí ve realmente la profundidad debajo de ello?

Cuando Alondra era bebé y su hermana tenía 4 años, mamá las dejó solas en casa para salir a comprar cigarros. Alondra despertó llorando, mamá no estaba. Su hermana se despertó asustada y vino a verla, agarró su mano para que dejara de llorar (como hoy Cuca le agarra la mano a Vivi cuando está triste). Una niña de 4 años consolando a su hermanita porque mamá se fue. Quién sabe qué pasó por su cabecita? Tal vez pensó que las abandonaron, como a Hansel y Gretel. Sentimientos válidos. Llega mamá y la resondra. "Eres tonta, por qué despiertas a tu hermana? Has debido seguir durmiendo." Esa niña, cómo se siente? Quién cuida sus emociones? sus sentimientos? Se siente tonta y no sabe por qué. Hasta el día de hoy, más de tres décadas después, se acuerda como si fuera ayer. Todo por una cajetilla de cigarros... 

Entonces hoy, cuando esa madre ignora su salud y la preocupación de sus hijas por fumarse un cigarro, y hacerse la chévere pregonándolo en redes sociales,  no se trata solamente de un cigarrillo. "Pero fue solo un cigarro". No. No es sólo ese cigarro. Es todo lo que ese cigarro significa. Es la cajetilla de cigarros que salió a comprar sin pensar qué pasa si tengo un accidente y no vuelvo? qué pasa si entran a robar? qué pasa si hay un incendio? Negligencia. Estupidez. No es ese cigarro. Son todas las muchas historias como esa que hay detrás. Son todas las memorias que duelen hoy como dolieron entonces. Son todas las barbaridades dichas y hechas, que se minimizan y "qué tontas y exageradas son". 

Él sabía? No lo sé. Tal vez no y por eso no nos entiende hoy. Tal vez sí y es tan culpable como ella? No lo sé, porque no está listo para contestar mis mensajes.

16 oct 2014

Ándate un poco.



El primer chico al que quise querer me dijo que yo en realidad no lo quería, pues no se puede querer a alguien sin quererse primero a sí mismo. A mis 14 años, saber que él estaba enamorado de alguien más y aún creer quererlo, significaba ante sus ojos no quererme a mí misma. Ándate un poco.



Desde ahí decidí que la vida es un juego de ironías, que al que trates con amor y a quien des tu corazón, te lo devolverá destrozado y se reirá en tu cara de tu ingenuidad. Que en toda relación hay dos equipos jugando la partida, un equipo ganador y un equipo perdedor. Decidí ser del equipo ganador. Mientras más golpes dé, mientras más corazones rompa, mientras más me ría y me burle de la ingenuidad de los que se aventuraban a quererme, más ganador mi equipo, y más me querrían, retornando sus corazones rotos para ser apretujados nuevamente. Y así funcionó. A la linda le rompen el corazón. La histérica se los rompe a ellos. Y así fui bailando por el mundo de puntillas, de un lado a otro y sin quedarme mucho tiempo. Recopilando trofeos, sintiéndome cada vez más fuerte, ahora nadie podrá decir que no me quiero a mí misma, si evidentemente todos me quieren. Y así jugué al gato y al ratón, y así devolví el primer “te amo” con un “deja la cerveza que ya estás hablando huevadas”. Nunca me la creí.



Y uno va creciendo, y uno va madurando, y se da cuenta de cosas que no vio antes. Pero es un proceso, y en ese proceso te puedes ir tumbando a todo aquel que pase por tu lado, sólo por inercia, sólo porque te parece divertido, sólo porque puedes.



En la vida uno demora en aprender quién es, lo que llega primero es aprender quién no quiere ser. Hizo falta que me rompan el corazón a mí también para sentir el dolor que sintieron todos aquellos corazones que rompí. La pena se hizo doble, acurrucada en culpa, envuelta en la súbita realización de que el equipo ganador no es siempre el mejor equipo. Y tal vez quiero ser del equipo perdedor, del que arriesga y lo da todo y no importa si pierde porque lo intentó. De su buen corazón saca la fuerza para intentar de nuevo, no de las miradas de los demás. Pero cuando uno se acostumbró a ser del equipo ganador, es difícil cambiar de equipo. Como dije, es un proceso, y qué pena los que se encuentren en el camino durante aquel recorrido. Tumbados fueron, y no dije lo que sentí sino lo que quería sentir. Sí, te mentí cuando te dije que te amaba.



En la vida uno demora en aprender a quién quiere a su lado, qué busca. Lo que llega primero es aprender lo que no quiere. No quiero más mentiras. No quiero alguien que no sepa lo que quiere. Si no estás seguro de que soy yo a quien buscas, ándate un poco. No quiero inútil, no quiero hijito de papá, no quiero más mentiras. No quiero que coquetee con otras chicas, no quiero que les pregunte si sus signos del zodíaco son compatibles aunque jamás creyó en horóscopos, no quiero más mentiras. No quiero ver un avión e intentar adivinar hacia dónde va y que terminen mi conversación con no-está-yendo-a-ninguna-parte-Susie-acaso-no-te-das-cuenta-que-está-volando-hacia-el-oeste-lo-cual-implica-que-está-regresando-no-partiendo-por-tanto-en-unos-minutos-aterrizará-en-el-aeropuerto-Jorge-Chávez-del-Callao. Ándate un poco a la reconcha de tu madre. Sí, ándate un poco.



Entonces uno aprende lo que no quiere, pero aún tiene mucho por aprender. Hay infinidad de cosas que aún no sabemos que no queremos, y las iremos aprendiendo poco a poco, espero que sin mucho tumbar en el camino. Y cada vez que crees que estás en lo correcto, que al fin elegiste bien, se acaba y te das cuenta de que estabas equivocado. Que no querías eso. Entonces aprendes a nunca estar del todo seguro, a tomar al destino como venga, a aceptar los logros y los fracasos como parte común del día a día. No quiero que me apaguen los sueños. No quiero olvidarme de reír. Es eso lo más reciente que aprendí que no quiero. Ándate un poco. No quiero estar sin ti.



30 sept 2014

Secretos



Todos guardamos secretos; a veces adrede, a veces sin querer. Un secreto puede ser un sentimiento, una emoción, un anhelo o una acción. Un secreto puede generar una sonrisa traviesa al recordarlo, o puede generar ansiedad y ganas de borrar ese recuerdo por completo. Sea cual fuere el caso, la circunstancia o el resultado, un secreto es solo nuestro y de nadie más. 

Estoy segura de que todos, todos y cada uno de nosotros, tenemos al menos uno de cada tipo de secreto. Eso que sentiste cuando dijiste adiós, eso que sentiste cuando lo viste con otra, eso que anhelaste cuando lo miraste sin que se dé cuenta, eso que hiciste o que dejaste de hacer y no lo contaste a nadie. Solo lo sabes tú, nadie más que tú. 

En algunos casos tal vez lo sepa una segunda persona, tal vez el secreto pertenece a ambos, y aunque ambos lo saben y aunque ambos lo piensen de vez en cuando y de cuando en vez, no lo hablaron nunca. En un mutuo y silencioso acuerdo, decidieron que sería un secreto. Puede que signifique mucho, puede que no signifique nada, pero no es necesario determinarlo, no es necesario hablarlo, ya que es un secreto. 

Algunos secretos te hacen sonreír, tienen cuota de lindura, tienen cuota de inocencia. Otros secretos no son tan lindos: eso que pensaste, que sentiste, que anhelaste o que hiciste; y que te hacen sentir una mala persona, que te generan culpa, que dañaron a alguien. Esos secretos que quieres gritar al mundo a veces para sentirte un poco mejor. Pero sabes que confesarlos no los borrarán, no traerán nada bueno al ser expuestos, son solo tuyos y tienes tanto el derecho como el deber de guardarlos, como consecuencia de tu actuar/sentir/pensar/anhelar. 

Todos guardamos secretos; a veces adrede, a veces sin querer. Si me quieres, no me cuentes los tuyos. Aunque te lo pida. 



29 jun 2014

Tormenta




Son esos momentos, esas cachetadas que te da la vida, que te dejan sin aire y al borde del abismo y puedes oler la muerte, sentir el terror, saber que estás a punto de perderlo todo. Son esos momentos los que te hacen ver a tu alrededor y darte cuenta de todo lo que está en juego, te hacen mirar atrás y todo automáticamente cobra sentido tan rápido como un rayo partiendo un árbol en dos pero tan confuso como si todo el mundo transcurriera de pronto en cámara lenta. Te obligan a vivir el presente porque todo lo demás desaparece, y ya no ves un futuro, ya no te encuentras en el pasado ya que no existe más, y no ves luz, y el miedo. Ay, el miedo. Y cierras los ojos y quieres desaparecer, porque ese sentimiento es tan intenso, tan abrupto, tan fulminante, tan ineludible. Y esperas, y respiras, y esperas, y respiras, sabes que algo grande está a punto de suceder, que si no te lleva la muerte en ese instante es porque hay algo aún más grande en juego, algo que no conoces y el terror es tan grande que no atinas a nada más que esperar y respirar y esas ganas de gritar lo inundan todo… Y de pronto empieza la calma, pasa la tormenta, el barco de tu vida deja de estremecerse de un lado a otro incontrolable y persistente, el mar ya no te invade, ya no amenaza, volvió la paz. Con la respiración aún entrecortada, miras a tu alrededor, calculas los daños, repasas los cambios, sabes por primera vez en mucho tiempo que todo estará bien, que ya pasó, que sobreviviste, no te ahogaste. Y valoras tu vida, y valoras a quienes te acompañaron durante este proceso, quienes te miraban asustados y hubieran dado todo por ayudarte pero no había nada que pudieran hacer más que esperar y darte la mano. Era una batalla que tú tenías que pelear solo, con tus propias armas, a tu propio tiempo. Y lo lograste. Y sueltas un suspiro, alzas las cejas en señal de una mezcla de sorpresa y alivio. Y hoy creciste, y hoy eres más fuerte, y no moriste, y empiezas a vivir de nuevo.



20 jun 2014

My Mancora



“The first time I came to Máncora I fell in love with the place. I was coming back from Ecuador to Lima after a course, perfect opportunity to get to know this town of which everyone talked about. With the little money I had, I rented a room with a bathroom, rather rustic but decent. Alone, with the smile that comes from being so. But my Mancora is not the same as the one I heard about so much at school. My Mancora is the sun that makes me sigh each afternoon, those fish swimming by my feet when I´m getting out of the ocean, the sand that covers me exfoliating even the last sign of stress. My Máncora are the artesans working to continue their trip, the dark skinned kids with yellow hair dyed by the sun, that dark skinned guy that smiles at you and invites you to remember every moment that yesterday is not more important than today. My Mancora are the beach bonfires to the sound of a guitar, two drums and a bongo. My Mancora is to share, laugh, sing, love; because here I love life, my land, my people, my peace.
So my first encounters with this parallel world were days and nights of different melodies, different people, all joined together for one same cause: to share smiles, knowledge and a song. I learned to juggle at the boulevard, to play the bongo at the bonfires, to braid hair from the roots as a volunteer in a school, that one same sandwich tastes better when it can feed ten people. I moved on sure of the fact that there is something more, that at home I forget to search for.
Two years later I came back to this Mancora of mine, with a broken and silent heart. This time it was five weeks: the first of inertia, the second of escape, the third of silence, and I started feeling again. My bitterness healed, my heart started speaking again and the smile came back, with the feeling of wanting to stay forever. But I left, again.
People ask me why I left home, why y left the tender cuddles of a daddy that can turn the strongest storm into a cup of tea, and looks at me like I´m the most precious thing he ever did; the caresses of mum that relax me till I fall asleep and make me feel safer than when I was still in her womb. Why I left the purrs of my cats, which elevate me up to heaven, the smiles of that love that never ends…
And this is why. I go to Máncora because that is where I find myself. I stayed because it became the only place where I knew who I am and who I don´t want to be. Now, in my days, people don’t have names or nations. In one same table, Argentina, Chile, Colombia and Italy share a beer. In another, Holland, Israel, Australia and Canada talk about the beautiful Sofia serving at the bar. And suddenly countries are brothers and we are Latin America, Europe and Asia sharing experiences; and suddenly there are no more frontiers and we are all citizens of the world.
That is my lovely Mancora, where diversity unites in one same flow of energy. Here I remember it´s not about towns or cities. Here I´m not just another resident of the earth; I am also a part of her, who welcomes me gladly, and I am aware of this all the time. It´s something I know, but at home it´s a bit more difficult to remember. Sometimes one needs to go away, see it all from outside. I don´t know if I´m at the stage of inertia, or escape, or silence; I think I´m not able to fully feel again. The bitterness is healing, my heart thinking what to say, what I know is that the smile came back once again, with the feeling of wanting to stay forever. That is why I came back.”

I wrote the above on March 2013, I accomplished a lot during my time in Máncora, lifted myself up, raised my beaten up self-esteem, regained the confidence in myself and established my own little kingdom. I found the love of my life and followed him home, I went through difficulties, I dealt, I learned, I grew. Life has been a bit too hard on me lately; I lost loved ones, I found traumas, I relived fears from the past, I went crazy. I´m home now and I need to heal, I will heal. And I do believe My Mancora might help. What do you reckon?




15 jun 2014

I´m going home.



I´m going home. I´m going home. And it´s strange to feel no emotion, no excitement, no relief, nothing. I´m going home but I feel nothing. 

I left home 6 months ago, excited about starting a new adventure, not really sure how long I´d be away. Impulsive, brave, in love. We had only known each other for 3 months, he swept me off my feet. Now I´ve known him for 9 months, and he still manages to sweep me off my feet every day. That´s not the point. I left good weather, friends and family, my little kingdom, where I felt safe and home. In my little kingdom I know and understand every saying, every noise at night, every type of person, every flaw in our system. It´s not perfect, it´s pretty bad sometimes, but it´s what I know, it´s where I belong. So I left home to a totally different world, to a place where I can´t predict the weather, I can´t understand what people mean, I am confused on a daily basis, and almost no one has an idea of where I come from.  I am from another world, and I had to relearn all those things a child needs to learn. Things as simple as toilet paper is supposed to be flushed, what goes into the bin and what goes into the sink, when you walk on the street and someone comes your way you stay to the left not to the right, you can´t ride your bicycle with no helmet or you´ll get a fine, even though it´s sunny it doesn´t mean it´s hot outside; green and blue everywhere, wooden houses, some would say it´s better. Maybe it is, it´s not grey like home, it´s not dodgy, but it´s not home either. 
It´s hard to explain how difficult it can be to move from an ocean to a lake, where things like being safer and having a better system and no traffic or crazy combis on the streets means nothing to me.

And then I finally started feeling better, and I could go for a walk without getting lost, and I started laughing more than crying. But then grandma dies, and I get scared to be so far away, my parents aren´t getting any younger, and I feel this immediate need to be home. And then I deal with that, and I´m ok just going for a vacation and coming back to the man of my dreams. And then I go to work and find a dead body hanging from the roof, with a purple and green deformed face, just hanging there, looking at me, threatening to make my world crumble and bring back all the secret demons from my past. And suddenly the world is dangerous again, and I´m confused all the time and I´m scared and I´m nervous. I´m trying to be strong but my mind plays tricks on me, and the pills don´t even help anymore. And opposed to what one would expect I don´t feel like going home now, I don´t feel like going back to my little kingdom even if it seems safer, because right now I have no idea how I am going to be strong enough to leave it all again. I´m going home. I´m in love. I´m crying. I´m in pain. I don´t want to lose him. But I also need to feel safe again.